Carta abierta a los ‘fandroids’ que no me entienden

He tenido a lo largo de mi vida unos 16 PCs de sobremesa. Los tres primeros fueron Amstrad (CPC 472 —tenía 8KB más de ROM que los normales—, un PC1640 y un 2086) y los siguientes, hasta el actual, fueron clónicos. En muchos casos eran máquinas montadas por mí mismo en los años en los que al Intel 486 había que añadirle un coprocesador matemático para que 3DStudio R2 —no existía aún el MAX— pudiera hacer un render sencillo en menos de 10 minutos (hoy lo haría en un segundo con iluminación global, anti-aliasing del bueno, sombras complejas…).

Mi primer ordenador
Mi primer ordenador

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Resolviendo el misterio de #TheDress

Tras la vertiginosa carrera de las llamas, hoy nos hemos despertado con el misterio del vestido que tiene dividida a la comunidad tuitera. Unos lo ven de un color y otros lo ven de otro —un grupo, negro y azul; otro, blanco y dorado— así que he decidido hacerle una prueba más o menos «científica» para determinar quién acierta y quién no debe fiarse demasiado de sus sentidos. La controversia se ha extendido por Twitter con el hashtag #TheDress.

Al analizar las imágenes, los distintos puntos de vista y, sobre todo, la fuente original del vestido, es posible llegar a una conclusión: es la foto la que realmente nos confunde (en el último párrafo veréis el motivo).

En primer lugar os muestro la imagen original para que cada uno juzgue en función de su vista:

 

Vestido sin retocar
Vestido sin retocar

Para poder emitir un veredicto nos hemos ido a Photoshop. Utilizando el cuentagotas obtenemos en un área lo siguiente:

Herramienta cuentagotas en zona marrón-dorada del vestido
Herramienta cuentagotas en zona marrón-dorada del vestido

A mí, personalmente, me parece que hablamos de un tono dorado (en la gama de los marrones).

A continuación, hacemos lo mismo en la zona más clara del vestido:

Zona celeste del vestido seleccionada con el cuentagotas
Zona celeste del vestido seleccionada con el cuentagotas

Aquí, a mí me parece que estamos ante un «blanco-celeste» o algo así. Y así lo indica el cuentagotas.

Sin embargo, algún purista podría decir con toda la razón que estoy señalando un área cuyo píxel es de ese tono. Cierto. Por lo tanto, recurrimos a una herramienta denominada «Mediana». Lo que hace es reunir los colores de un área determinada y hallar el valor intermedio de toda la zona (por ser simplistas).

Y este sería el resultado delimitando dos zonas del vestido:

Efecto "Mediana" en dos de las "áreas de la discordia" del vestido
Efecto «Mediana» en dos de las «áreas de la discordia» del vestido

Para que no nos dejemos engañar, finalmente, nos vamos a otro documento donde copiamos y pegamos ambas áreas y las sometemos, de nuevo, al cuentagotas.

El cuentagotas de Photoshop nos saca de dudas en esta zona: es una zona en la gama de los azules.
El cuentagotas de Photoshop nos saca de dudas en esta zona: es una zona en la gama de los azules.

Ahora, repetimos la maniobra con la zona de abajo (aunque al aislarla se aprecia, claramente, que es un tono marrón).

Finalmente, al marcar la zona más oscura obtenemos que el color es marrón, lo que puede dar lugar a decir que es "dorado", pero no "negro".
Finalmente, al marcar la zona más oscura obtenemos que el color es marrón, lo que puede dar lugar a decir que es «dorado», pero no «negro».

Por lo tanto, queda resuelto el enigma, al menos desde un punto de vista estrictamente «pixeliano». Por el efecto de los colores colindantes y la tonalidad de la luz, el cerebro puede interpretar otras cosas, pero esos colores son, en la foto, celeste y marrón (o dorado).

El problema por el que existen varias percepciones puede llegar por el contexto. En este tuit lo explica muy bien Kathryn Long:

Al menos, todos tenemos ahora algo a lo que agarrarnos a la hora de defender nuestra visión…¿no? ¡NO!

¡Porque el vestido real es de color negro y azul! ¿No lo creéis? Pues aquí lo tenéis, en Mashable para todos aquellos que aún tengan dudas. Y aquí abajo os lo dejo 🙂

Vestido Royal Blue Black #TheDress
Vestido Royal Blue Black #TheDress

También lo tenéis en estos colores

Lo que nos queda claro es que no existe ninguna versión en dorado
Lo que nos queda claro es que no existe ninguna versión en dorado

Por lo tanto, y a modo de conclusión, lo que tenemos es una imagen que convierte en confusos los colores reales hasta el punto, prácticamente, de eliminarlos para una parte de los usuarios. ¿Por qué? Por la forma de reflejar la luz del entorno, la compresión de la imagen en la cámara, la sensibilidad de la óptica de la cámara, la compresión al subirla a Twitter/Facebook y, sobre todo, porque la luz bajo la que estaba el vestido no era neutra y, probablemente, ésta tenía un tono azul. Al sumar la luz azulada con el azul del vestido, este aparece como blanco. Esto nos lleva a confirmar que están en lo cierto ambas facciones si nos dejamos orientar únicamente por la foto.

Si ante el vestido real alguien dijera que lo ve en blanco y dorado entonces sí deberíamos ir a visitar al oftalmólogo con cierta urgencia.

A mi padre por Navidad, y al resto para que comprendan muchas cosas

Los periodistas cometemos con demasiada frecuencia un mismo error: dedicar un artículo bonito, desgarrado y lleno de recuerdos a una persona que acaba de fallecer. Sus allegados se emocionan, sí, pero el receptor no tiene ya la oportunidad de leerlo. “Lo estará leyendo desde allí arriba”, nos dice alguien de nuestro entorno, con la lagrimilla cuesta abajo y sin freno.

El caso es que a mí siempre me gusta más hacer estas cosas en vida. Incluso cuando todavía le queda al homenajeado —Dios mediante— mucho que recorrer en este mundo.

Mi padre conmigo el día en que me dieron el Premio de la Asociación de la Prensa de Sevilla (2013)
Mi padre conmigo el día en que me dieron el Premio de la Asociación de la Prensa de Sevilla (2013)

Hoy no voy a escribir de startups, tecnología, SEO, marketing online o el futuro, sino de “visión”, “curiosidad”, “tenacidad”, “inteligencia” y “capacidad de sacrificio”. Todo eso lo aprendí de mi padre.

En mis primeros recuerdos le veo con unos planos de rotativa desplegados en el pasillo, llegando por la mañana después de un turno de noche o con los ojos tapados en la salita de la casa de mis abuelos en Heliópolis tras un fogonazo recibido en un cuadro eléctrico. En mi memoria, también estoy con él en un pequeño cuarto en nuestro piso de San Juan de Aznalfarache con cara de alucinación porque ha estallado un condensador, o corriendo por la casa haciendo el saltimbanqui tras pisar un soldador muy caliente que él había dejado para arreglar o construir algo a altas horas de la noche.

Le recuerdo dándome la lista con los valores de los colores de las resistencias cuando yo tenía poco más de 4 años. Sí, yo era un trasto y aprender a leer y escribir tan pequeño solo sirvió para querer saber más y más (me estudiaba a diario la parrilla de TV de La 1 y La 2, con sus horarios, para recitársela a mi madre).

“Aprende inglés e informática porque el día de mañana el ‘analfabeto’ será quien no domine ambas materias”, me decía cuando yo tenía 5 años. Y uno, que no sabía lo que era ser analfabeto, sí intentaba evitar caer bajo el paraguas de esa palabra que sonaba fatal.

“Trabaja en algo que te guste mucho y así será como no trabajar”, comentaba también. Esto, que hoy leemos mil veces en cuentas de autoayuda de Twitter o en el discurso de Steve Jobs en Stanford, ya lo sabía yo desde el año 85…

“Sé el segundo siempre. Fíjate en las maratones; calcula el esfuerzo y cuando estés preparado, adelanta”

“La tecnología caduca todas las tardes”

“Hay que inventar el ascensor a la luna”

“Correr tan rápido que te cojas por la espalda”

“Simple Javi, simple. Eso es muy complicado”

“A todo hay quien gane Javi”

“Buena presencia Javi […] La abuela siempre dice que un coche con los cristales limpios parece nuevo”

“Sal de todos los sitios siempre por la puerta de delante porque la vida da muchas vueltas”

“Si Bill Gates (Steve Jobs, etc) no existiera habría que inventarlo”

“Yo, por el Betis y por Don Manuel, lo que sea” (a ver si os creéis que es perfecto…)
Podría enumerar mil frases más, pero creo que os podéis hacer una idea. No se trataba de mensajes vacíos, sino de sentencias que ejemplificaban un modo de vida y una filosofía. Y, por supuesto, no hablaba del ascensor a la luna o de la caducidad de la tecnología cuando ya son temas de actualidad… sino 15 o 20 años antes.

Recuerdo a mi padre construyendo un equipo de música para mi madre, pieza a pieza, y su sonido tan potente y nítido. También me vienen a la cabeza las mañanas de sábado tirado en el césped de nuestra casa en La Motilla dándole caña a las pastillas de freno, el motor de arranque o a aquel relé que hacía de intermitente en la guantera del Seat 124. No olvido las tardes pintando los postes de la valla (Tintalux, Pardo 517…) o cuando restauramos dos bicicletas enteras. O aquel día que fuimos al Teatro Álvarez Quintero a arreglar algo de la instalación eléctrica y a la salida se gastó el dinero en comprarme una cámara de fotos que, por supuesto, acabé desmontando para saber cómo funcionaba.

Por eso ahora, cuando me ven llegar y digo algo como “probablemente ese fallo es de la bomba del gasoil” o “limpia los inyectores” se piensan que soy un mecánico de Wikipedia o un bocas. Ignoran que aprendí muchos conceptos de mecánica porque él me dijo que era “más bonita que la electrónica porque se ve”. Tampoco saben que cuando sacaba un 9 o un 10 en dibujo técnico y te enseñaba las láminas tú me decías que “eso en el colegio interno habría sido menos nota. Debería estar mejor”.

Esa es otra importante: acelerar y correr porque las cosas nunca están lo suficientemente aseguradas o perfectas. A veces hay que controlar esa enseñanza porque puedes acabar con tus competidores lejos —o no— pero contigo absolutamente reventado y sin fuerzas para nada. Eso también lo he experimentado.

Si tu padre hubiera vivido en Estados Unidos en la época de la Guerra Fría habría sido agente secreto del FBI”, me comentaba un amigo común. “He visto a tu padre darle clases de rotativas a los alemanes que las diseñaron”, me decía también otro antiguo compañero. No creáis que fue fácil trabajar en una empresa donde él era un absoluto referente para prácticamente todo el mundo.

Porque alguien que no se cansa nunca y que corre siempre como si fuera el último de la carrera es para temerle.

Evidentemente, no heredé de él la afición por correr campo a través y, ni que decir tiene, que no tengo su zurda. Se fue del Betis en juveniles —era compañero de Rafa Gordillo y tenía una buena carrera por delante— porque le gustaba más jugar al fútbol con sus amigos del barrio y seguir estudiando electrónica. Visión.

Por supuesto que hay muchos temas en los que no estamos de acuerdo. E imaginad lo que pueden ser nuestros debates cuando los dos pensamos que nos va la vida en “ganar”. Lo típico que él va a la cocina y mi madre me mira, muy seria, y me dice “Javielito, por favor, que le va a dar algo”. Una frase muy de madre.

Además de querer dejar por escrito que admiro a mi padre y que gran parte de lo que soy se lo debo a él, me gustaría que aquellos que tenéis hijos os esforzarais mucho en ser un buen ejemplo.

La curiosidad, el afán de superación, la capacidad para esforzarse cuando parece que el depósito está vacío, la importancia de decir la verdad o de cultivar amistades, y el intentar siempre adivinar qué vendrá en el futuro —basándote en la observación del presente y sus problemas sin resolver— son cosas que no se enseñan en los colegios. Y, aunque se enseñaran, no se aprenderían porque necesitan ser “mamadas” día a día, con ejemplos que fijen valores y conocimiento.

Mi padre, sin saberlo, se ha comportado en su vida como un auténtico “knowmad”. Y ese ejemplo es el que me ha hecho ser como soy. Gracias por haber dedicado tiempo a ser un ejemplo en el que poder mirarse y sacar conclusiones de esas que cambian una vida.

Home de Twissues

Llegó el momento de cerrar Twissues

En abril de 2012 se nos ocurrió a Álex y a mí montar un servicio de backup y búsqueda para Twitter. Twissues venía a paliar una de las mayores deficiencias de la red de microblogging: la incapacidad para ir atrás en el tiempo más allá de los últimos 3.200 tuits.

Cuando uno cierra un proyecto siente pena, pero no puede dejar que ese sentimiento le haga perder el rumbo y el dinero.

A día de hoy Twissues tiene más de 60.000 usuarios en 54 países (¡Y no, no están en venta!). Algunos de nuestros clientes son El Corte Inglés, BNP Paribas, Samsung España y un sinfín de anónimos —y no tan anónimos— que recurren de cuando en cuando a buscar sus posts antiguos. Seguir leyendo «Llegó el momento de cerrar Twissues»

El sobrecualificado cree la ausencia de actitud se puede paliar con estudios

La gran mentira de la ‘sobrecualificación’

Estar cualificado para un trabajo conlleva, en mi opinión, varios aspectos:

1) Tener los conocimientos adecuados para desempeñarlo
2) Conocer las buenas prácticas que llevan a trabajar de forma eficaz en ese ámbito
3) Ser buen compañero y saber trabajar en grupo o de forma individual en según qué caso
4) Saber expresarse con un cliente sin comprometer la imagen de la empresa
5) Ser eficiente en cuanto al empleo de recursos procedentes de la empresa
6) Acabar un trabajo en tiempo y forma según los requisitos de cada momento Seguir leyendo «La gran mentira de la ‘sobrecualificación’»

La visualización de las venas bajo la piel ya es posible gracias a los rayos infrarrojos

Las venas contienen una alta cantidad de hemoglobina deoxigenada y ésta reacciona con los infrarrojos
Las venas contienen una alta cantidad de hemoglobina deoxigenada y ésta reacciona con los infrarrojos

Uno de los momentos más desagradables cuando nos hacen un análisis de sangre o vamos a hacer una donación es la palpación de las venas. Frases como “tienes las venas escondidas” son habituales en cualquier centro de salud del mundo cada día.

Ahora, un dispositivo infrarrojo portátil hará la vida de las enfermeras mucho más sencilla. Funciona de una forma muy sencilla: se coloca apuntando a la zona de nuestro brazo donde se quiere realizar la extracción y consigue que se resalten las venas sobre la piel con un intenso color verde.

¿Cómo funciona?

Nuestras venas contienen bastante hemoglobina deoxigenada que es absorbida por la luz infrarroja. Esto hace que se cree sobre la piel una imagen que traza el recorrido exacto de las venas bajo la dermis.

El dispositivo puede ser utilizado en cualquier lugar, tanto en centros de donaciones como en hospitales.

La Cruz Roja Australiana es la primera organización del mundo en poner a prueba esta tecnología, que será utilizada en sus centros en Sidney.

Tal y como recogen en Science Alert y, a sabiendas de que habrá muchos lectores de acuerdo conmigo, solo podemos decir: “Gracias Ciencia”.

Aquí os dejamos un vídeo donde se puede ver esta tecnología en funcionamiento.


Letras NEWS en máquina de escribir tradicional

¿Por qué (no) voy a pagar para salir en La Razón?

El lunes por la tarde, en medio de una jornada muy interesante sobre Salud y Deporte con The Knowmads, devuelvo una llamada a alguien -omito el nombre por respeto- que había contactado con mi oficina por la mañana para comunicarnos que mi empresa (3dsignia) está nominada a los Premios a la Excelencia Empresarial (o algo así).

Tras contarme una historia sobre unos premios en Marbella en el Hotel Villapadierna, un chófer que nos iba a recoger para ir a la gala y que otras empresas grandes tipo Siemens lo habían recibido anteriormente, pasa a decirme que van a publicar media página en La Razón a todos los nominados y bla bla bla. Seguir leyendo «¿Por qué (no) voy a pagar para salir en La Razón?»

Empresario ante una pizarra llena de fórmulas y gráficas

En el futuro (II): Los exámenes

Los exámenes se inventaron porque había que encontrar una manera de evaluar el conocimiento de una persona sobre una materia. Cuando la educación se hizo universal, estos se convirtieron en una peligrosa vara para medir el grado medio de aprehensión de una determinada materia en un conjunto más o menos amplio de personas.

Los exámenes tienen numerosos defectos:

– Con frecuencia están hechos para “pillar” al alumno.
– Suelen ser escasamente prácticos.
– Son iguales para todos los alumnos.
– Pretenden evaluar, de 1 a 10, algo bastante concreto, y dejan de lado aspectos adyacentes a la pregunta.
– Suelen ser respondidos con menor brillantez por las personas que soportan mal la presión (los asociamos a algo malo).

En el futuro no habrá exámenes como los conocemos hoy. Los profesores podrán servirse de la tecnología para evaluar de distinta forma a cada persona, existiendo una verdadera evaluación continua donde todo el recorrido académico del alumno -y las prácticas asociadas- forman parte de la calificación final.

Ésta no será, probablemente, un número, sino que estará compuesta de decenas de variables que midan aspectos como la creatividad, la capacidad para emprender y liderar, la facilidad para vender, las aptitudes para el cálculo, la programación y la lógica, etcétera. Para cada una de ellas se utilizarán las miles de medidas registradas a lo largo de un curso.

Un sistema de verdadera evaluación continua consigue que un alumno sea calificado por un conjunto de acciones (u omisiones) en lugar de por la brillantez que sea capaz de mantener durante 2 o 3 horas vomitando conocimiento (en el caso de las humanidades) o resolviendo un problema sobre un extraterrestre que tiene 7 dedos en lugar de 10 (me lo pusieron en la Facultad de Informática para que el alumno dedujera que tenía que trabajar en base 7 en lugar de base 10…). Ni una cosa ni la otra harán que un trabajador sea más o menos eficiente.

La ausencia de métodos automáticos de registro de la aptitud, convierten en un auténtico tedio la labor de evaluar a los alumnos de forma continua. Pero, ¿y si se registran, a diario, decenas de parámetros asociados a cada alumno? ¿Y si estos miden, además del conocimiento y la pericia, aspectos esenciales como la constancia, la madurez intelectual o la creatividad?

Por suerte, en unos años no existirán los exámenes tal y como los conocemos hoy. La nota final que un alumno recibe no será más que el resultado de una evaluación realmente continua. ¿El resultado? Un registro de parámetros que lleven a configurar el “ADN de aptitudes y actitudes” de una persona.

Un niño con un fondo binario

Programa o sé programado

Aprender a programar no es difícil. La programación ayuda a que tu cerebro sea más analítico y tenga capacidad para descomponer problemas grandes en otros más pequeños que se pueden abordar por separado. No importa el lenguaje elegido. Da igual si decides irte a por la moda de Ruby on Rails, la facilidad para hacer cosas rápido del PHP o la robustez de Java.

Antes de decidirte por uno de esos lenguajes debes programar tu cerebro para que aprenda a pensar como un programador. Aparecerán entonces en tu mapa mental los bucles, los arrays, las variables, los condicionales, los métodos… y éstos son independientes del lenguaje. Posteriormente tendrás que aprender los vericuetos de cada uno de ellos, pero al principio solo importa saber pensar correctamente.

Un buen programador no sabe solo programar en un determinado lenguaje. Al contrario, sabe “programar” y posteriormente se adapta a lo que venga porque conoce los principios de la computación.

Esa amplitud mental hace que las personas sean más ricas. Y no se trata de dar de lado otros conocimientos y disciplinas, sino de comprender una nueva realidad: la programación estará presente en todas las áreas de la vida en un período inferior a 10 años.

Mattan Griffel, conocido por ser uno de los primeros en adueñarse del concepto ‘Growth Hacker’ pero también por crear “One Month Rails”, nos comentaba en Nueva York durante una presentación que la disyuntiva a la que se enfrenta el ser humano ahora es sencilla: programar o ser programado.

No se trata ahora de elegir si uno quiere estudiar Historia del Arte o Ingeniería Aeronáutica, sino de comprender que en ambos casos habrá que saber programación. Ignorar esa realidad solo nos llevará a retrasar lo inevitable, y mientras más años tardemos en adaptar nuestro cerebro a los métodos analíticos, más complicado será hacerlo.

Si tienes un hijo menor de 15 años, date prisa y apúntalo a clases de programación. ¡Pero ten cuidado! Debes buscar a un buen profesor porque hay pocas cosas más frustrantes que tener a un mal maestro para aprender código. Explicar algo que, en origen, es abstracto, solo puede hacerse con cariño y emocionando, aplicando esas cosas que flotan en el aire al mundo real y plasmando el conocimiento en cosas tangibles.

En 10 años no existirán muchas de las cosas que hoy damos por buenas. Los intermediarios irán desapareciendo en todos los sectores para conectar a productor y consumidor. Y para hacer realidad ese proceso harán falta millones de programadores.

Con 5 o 6 años recibí uno de los mensajes que más han influido en mi persona. “Los próximos analfabetos serán aquellos que no hablen inglés ni sepan informática”, me decía mi padre, muy serio, mientras mirábamos ordenadores en El Corte Inglés a mediados de los 80.

Ojalá hubieran existido en ese años iniciativas como code.org, Udemy o Coursera.

Hoy leía en Xataka que un Audi RS7 sin conductor estaba retando a un humano en una carrera a 250 km/h. Sin duda, un logro de la inteligencia artificial, la computación y los sensores. En la misma publicación se recoge que la UE ha iniciado el programa “All you need is code”, apoyado por Microsoft, Facebook, Rovio o SAP, empresas que ven como su futuro está vinculado a la existencia de nuevos programadores.

Mark Zuckerberg, cofundador y CEO de Facebook, quiere modificar las leyes de inmigración estadounidenses por un sencillo motivo: tiene que ser más sencillo incorporar a su país a nuevos jóvenes talentosos que sepan programar. El ingeniero es la nueva estrella en Silicon Valey y Nueva York, donde algunas de las estrellas del código de Facebook o Google tienen, incluso, representante e ingresan cada año más de 200.000$.

Pero no hay que ir tan lejos. Esta semana puse una oferta de trabajo en mi timeline:

Decenas de retuits y, ¿sabéis cuántos candidatos y/o peticiones he recibido? Cero.

¿No es extraño en un país con un 25{a31a598c08b97e04c471714f0e9a9135ffea9d13036728f66bee3f63eed82732} de paro que una oferta de empleo para un gran proyecto y con buena remuneración se quede desierta? ¿Ocurriría esto con periodistas, abogados o arquitectos?

Así que habrá que estudiar programación, si no es ya por convencimiento, sí por empleabilidad. El déficit de programadores para los próximos años será brutal. Son los arquitectos del futuro y, sin ellos, tardaremos más tiempo en hacer cosas maravillosas y necesarias para todos.

Por último, os dejo una infografía interesante de los compis de Who Is Hosting This sobre lenguajes de programación.

infographics about what code should you learn / Infografía sobre qué lenguaje de programación es más interesante para aprender

En el futuro (I): Las analíticas de sangre

– Entonces, papá ¿cómo era eso que os hacían antes para saber si la sangre estaba en buen estado?

– Jaja. “Analítica”, se llama “analítica”. Se introducía una aguja en una vena traspasando la piel y se llenaba…

– ¡Puaj! Qué dolor papá. ¿Cómo aguantabais eso?

– Era normal, hijo. Tampoco era tan doloroso…

– ¿Que no? No me lo creo Seguir leyendo «En el futuro (I): Las analíticas de sangre»