El otro día compartía mesa con mi amigo Jaime. Estudiamos juntos en la carrera y los dos tenemos clara una cosa: si la competición consiste en horas machacando un tema para resolverlo en condiciones, muy pocos pueden ganarnos. Comimos una hamburguesa cada uno y un par de refrescos mientras debatíamos sobre nuevos proyectos donde trabajar juntos. Nuestro menú sigue siendo el mismo años después y, aunque cambiamos el McDonalds por un bar de tapas, seguimos mentalmente muy lejos de las comilonas en restaurantes con facturas indecentes.
Ambos coincidimos en que si quitamos los proyectos de riesgo donde nos hemos metido conscientemente, hemos crecido en estos años de «la crisis». Es paradójico porque en nuestro entorno muchas empresas han cerrado o abandonado el área de desarrollo web. Algunas por falta de clientela, otras por falta de adaptación y muchas, por desgracia, por no saber vender un producto a su precio adecuado. Seguir leyendo «La crisis de los que hacían webs a 90.000 euros»