El emprendedor de palo

Van a tantos encuentros sobre emprendimiento que es imposible que les dé tiempo a emprender nada. Suelen tener una tarjeta de visita impecable, una historia grandilocuente para cada ocasión y un halo de amabilidad que resulta embriagador. El emprendedor de palo es una figura en alza en tiempos difíciles. Puede aparecer ante ti como CEO, business angel o “serial entrepreneur” porque, aunque ellos no suman, saben que un cargo en inglés es un valor añadido para los neófitos.

Su Twitter suele estar impecable, repleto de reflexiones copiadas de algún libro y aderezadas con conversaciones al aire dirigidas a sus pocos seguidores vivos. Aclaro lo de “vivos” porque, habitualmente, tienen un ejército de admiradores que nunca hablarán porque son como su pasado emprendedor, sus conocimientos de empresa o su habilidad para los negocios: inútiles o inexistentes. 

En mi vida me he cruzado con varios emprendedores de palo. Alguno consiguió engatusarme por un tiempo pero, por suerte para mí y mi entorno, el haber sido profesor universitario me valió para curtirme en las lides de la detección del fraude. Los deberes se los puede comer el perro una vez, pero no cinco.

Este tipo de personas no tiene historial como autónomo o empresario, pero sí se saben al dedillo las jornadas para emprendedores que existen en su ciudad y alrededores. Viven del parasitismo, buscando un huésped del que poder sacar los recursos que le permitan seguir figurando de encuentro en encuentro, presumiendo de su pasado inexistente, sus followers inútiles y su agenda repleta de contactos que nunca responderán o actuarán; colaboradores necesarios para construir esa estafa piramidal de la que debes huir.

Porque es ése, y no otro, el objetivo de este post. Si alguien quiere ayudarte y se presenta ante ti como un emprendedor, business angel o asesor, debe demostrarlo con hechos anteriores al momento en el que os encontráis. Quien te va a llevar al Sol debe haber estado cerca de él y haber vuelto sin haberse quemado. Solo así podrá tener alguna oportunidad para recorrer contigo el tortuoso camino que supone hacer viable una startup.

Hacer empresa no es ir a charlas, no es tener tarjetas de visita ni trabajar a diario tu marca personal. Sí lo es someterse diariamente a 14 horas de ordenador, saber hacer grupo, crear familia en torno a tus sueños, hacer sonreír cuando todo invita a lo contrario e intentar buscar siempre más kilómetros de carretera para el coche en el que has montado a otras personas que confiaron en ti. Hacer empresa es mirar a tu gente a los ojos y decirle que no puedes seguir pagándole de la misma forma pero que encontrarás otra; si se acaba este sueño construiré otro.

Hacer empresa es ignorar al emprendedor de palo a tiempo, aprendiendo a detectarlos desde la distancia para, amablemente, dejarle pasar por tu lado para que siga por su camino.

Si tu proyecto es interesante ve a por el acompañante contrastado, apunta alto, tira fuerte, sé convincente, haz tus números y sé realista, construye un producto mínimo viable pronto y échalo a rodar. Haciendo las cosas bien, el emprendedor de palo solo saldrá a relucir entre risas y cervezas, como anécdota, o cuando sepas que se ha acercado a otro huésped para mantener su viaje por ese camino que no lleva a ninguna parte.

Siempre emprendí desde el silencio y, aunque daba clases en la universidad y en algunos másters, pocas personas sabían que ya trabajaba mi marca 3dsignia en 2003 cuando era autónomo (podéis ver la antigüedad del dominio). Poco después se convirtió en sociedad limitada, pudimos hipotecarnos para comprar una oficina, cofundamos El Desmarque en 2006 (hoy da trabajo a 43 periodistas a nivel nacional con 5 sedes) y construimos Moodyo, Twissues y otro producto que ahora no puedo nombrar y que saldrá dentro de poco en 2013.

Moodyo y Twissues son ideas mías y obras, en primera instancia, de Álex Guerra y quien suscribe. El trabajo de Espe y Amparo nos ayudó mucho a tener más fondos para tirar adelante en los primeros meses y poder montar en el barco a Lolo, Migue, Megan o Reme. Enrique Dubois nos dio un par de consejos muy importantes que enderezaron un rumbo que no estaba demasiado definido. Y, hasta hoy, esos son los nombres atribuibles al proyecto. Nadie más. Nadie menos.

Aún así, no puedo decir todavía que sea un experto en nada. Solo sé hacer experimentos, tener ideas curiosas, medir y tomar decisiones lo más rápido que puedo. Me equivoco de vez en cuando, pero no presumo de ello porque a nadie le gusta errar. Si alguna vez me acerco para ayudarte con tu proyecto -o tú te acercas a mí- ten por seguro que no te diré que soy la persona adecuada y, menos aún, te pediré dinero por hacer de “gurú” o presentarte a mis fabulosos contactos. Todo lo más me aventuraré en darte mi opinión sincera, encaminada siempre a evitar un descalabro o potenciar algo que me parezca prometedor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.