Una tarde en Nueva York me encontré con un inversor ruso bastante curioso. Cuando le empecé a contar qué era Moodyo, me cortó con un “…o sea, un Pinterest”. Sonreí y seguí explicándole al tiempo que le enseñaba algunas cosas que no se ven a primera vista. Al poco dijo “bien, un Pinterest mezclado con Shopify, Etsy ¿y Facebook?”. Al final de todo, tras ver otras opciones en desarrollo y alguna pincelada del plan de marketing, concluyó con un “Ok, creo que tenéis algo distinto”.
Se molestó en saber qué teníamos pensado con las marcas, con las tiendas, con los creadores de tendencia y qué factores hacían de nuestro proyecto algo “distinto”. Incluso se aventuró a sugerir cosas. Lo dicho, un tipo interesante.
Cruzamos unos emails más y continuamos, a día de hoy, viendo cómo colaborar. A él le gusta Moodyo y las posibilidades del equipo. El perfil de su fondo complica el “sí, quiero”, pero eso no implica que sigamos intentándolo porque hay “feeling”.
Tengo la suerte de haber sido el primer inversor en Moodyo. Después de llevar 15 años en el sector de Internet, diseñado y programado más de 100 webs, y haber estado involucrado en algunos lanzamientos para terceros –incluso en alguno como socio fundador- decidí lanzarme a la aventura y poner los primeros 120.000 euros que permitieron desarrollar los pilares de nuestra red.
Pasar de la idea al prototipo sin tener que contar con terceros porque eres un masoquista del ordenador es una bendición. Por supuesto, esto se debe en gran medida a los equipos con los que he trabajado que, casi siempre, me superan en talento y han estado preparados para convertir mis ideas y mis horas delante del ordenador en algo productivo.
No he utilizado –salvo en contadas excepciones- planes de negocio ni elaborado sesudos análisis porque creo que el papel todo lo aguanta y que cuando una idea es buena lo que hay que hacer es ponerla en marcha rápidamente y medir resultados. Con un buen equipo, además, se puede modelar y transformar cualquier proyecto hasta convertirlo en algo útil y, sobre todo, rentable. ¿Para qué quiere una startup tecnológica un plan a 4 años? Es casi imposible predecir los próximos 6 meses, como ya sabéis.
Siempre presumo de no haber tenido que pelear en mi vida con muchos inversores. En el fondo tengo fobia a los interrogatorios a los que te someten y, porqué no decirlo, a las preguntas prefabricadas de casi todos ellos. Me pongo muy tenso, aunque últimamente me tranquilizo pensando en lo siguiente: cualquier VC sabe que se equivocará, como media, en 7 de cada 10 proyectos en los que invierta. Por firmes que te parezcan sus interrogatorios, no están tan seguros de nada de lo que te dicen y, lo más importante: Un “no” de un inversor o de 100 no significa nada más que un “Sigue buscando” o “Aprende a contar mejor tu historia”. Sumados, más de 250 inversores se equivocaron con Pandora o Buffer, y hay muchos casos más.
Aunque escribo desde la tranquilidad que me da “autoincubarme”, no soy un iluso. Necesito a los inversores para tener recursos que me permitan hacer buen marketing a gran escala, alcanzar mayores acuerdos, etcétera. Lo que quiero decir es que puedo sentarme con cualquiera de ellos e intentar explicarle hacia donde vamos sin miedo a que un “no” me cambie el futuro radicalmente. En el fondo soy de aquellos que piensa –con su punto de locura- algo como “este señor acaba de perder una oportunidad para ganar mucho dinero”. Y yo, por supuesto, he perdido algo de tiempo y he aprendido a responder de una nueva forma a las preguntas de siempre.
¿Los inversores piensan que no nos miramos a diario todas las startups que se dedican a algo similar a lo nuestro? ¡Claro que sí! Fancy, Pinterest, Opensky, Wanelo, Luvocracy… Es más, no pecamos de nada cuando aseguramos que una de ellas nos copió (descaradamente) un par de opciones y alguna cosita para el correo electrónico pero ¡Aleluya! Me plagia una startup en la que ha invertido Google Ventures. Además, es normal que te copien cosas cuando te has movido por Nueva York –en especial en TechCrunch Disrupt NY- enseñando algunas funciones sin un NDA (acuerdo de confidencialidad) de por medio.
Es evidente que cada inversor tiene sus ideas, sus informes, sus análisis, su feed de datos diario, su ‘background’ de éxitos (y fracasos, como todos)… y su feeling con la persona en la que va a invertir. Y esto último no sale en ninguna table o informe de riesgo.
Por último, si eres un inversor, no me malinterpretes. Y menos aún si no tienes nada que ver con el estereotipo que he descrito en este post. Además, vosotros siempre os podréis defender con que los emprendedores siempre os entramos con “tengo algo que va a revolucionar X” o pensar que somos especiales cuando no es así.
¡Ah! Se me olvidaba… tenemos comprometido ya casi el 70{a31a598c08b97e04c471714f0e9a9135ffea9d13036728f66bee3f63eed82732} de la siguiente ronda de inversión. Nos falta solo un 30{a31a598c08b97e04c471714f0e9a9135ffea9d13036728f66bee3f63eed82732}. Si alguien se anima, que me envíe unas líneas a jpadilla@moodyo.com