La historia sobre cómo me robaron el dominio moodyo.com

Una mañana del 12 de agosto de 2007 me levanté con el firme propósito de registrar el dominio de la marca que rondaba mi mente desde la noche anterior. “Moodyo» era un nombre que me parecía adecuado para representar una página web donde las personas podían decir lo que les gustaba y lo que no les gustaba. Mismo ritual de siempre: buscar el dominio y, en caso de estar disponible, comprar el .com, .es y .net.

Entré en Piensasolutions (por aquel entonces registraba todos los dominios con ellos…), busqué y ¡eureka! Estaban disponibles. Ese día comía en casa de mis padres, así que pagué con la tarjeta y me fui sin mirar el correo electrónico. Al volver, veo el email y ¡horror! Tenía la confirmación del .es y el .net, pero no la del .com.

Al rato llegó un correo que, grosso modo, me decía que alguien había solicitado el mismo dominio que yo a la misma hora que yo. ¿Casualidad? No lo creo…

Al día siguiente tenía un fantástico y amable correo de un tipo estadounidense que me decía algo así como “Tengo tu dominio, pero no te preocupes que no te lo pondré muy caro. Por 10.000 dólares puede ser tuyo”. Tras unos minutos de cabreo pensé que no tenía previsto iniciar Moodyo inmediatamente así que no me iba a preocupar.

En realidad, estaba iniciando un proceso de negociación que duró 3 años y muchos correos electrónicos

Cada vez que se acercaba agosto recibía un email del “amigo” estadounidense que, generosamente, aceptaba bajar sus pretensiones. Yo, aunque me moría de ganas de tener ese dominio, escribía fríamente, dejando entrever que no me importaba y que podía poner en marcha mi negocio con el .net, el .es y alguno más que había comprado.

Un par de años después la negociación iba por 800 dólares. Me negué, por supuesto.

El día antes de Reyes (4 de enero) de 2010, recibo un correo de John Timmers de InTrust Domains en el que se me indica que moodyo.com estaría disponible para compra, de nuevo, en unos días. De nuevo, ligera indiferencia…

El 6 de enero, recibí otro mensaje en el que se me decía que podía comprarlo. Seguía siendo algo caro, pero el cambio dólar-euro me era muy favorable. Hablé por teléfono con un representante de InTrust Domains (me llamaron a mi oficina en Sevilla…) y estuvimos negociando durante unos minutos. Su oferta final, 100 dólares. Recuerdo que fueron, aproximadamente, al cambio de ese día, unos 65€.

Por lo tanto, Moodyo pasó de 6€ a 10.000 dólares (unos 7.500€ en 2007), después a 2.000…800… y, finalmente, 65€. Mereció la pena esperar, está claro.

No obstante, siempre me quedará la duda de qué ocurrió exactamente esa mañana del 12 de agosto de 2007 para que misteriosamente alguien comprara el mismo dominio que yo. Al no tratarse de un nombre relacionado con nada, francamente, no creo en la casualidad. ¿Quién me lo “robó”? Nunca lo sabré. Solo sé que ahora es mío y espero que lo siga siendo muchos años.

Cómo hacer el vídeo de presentación de tu startup sin gastar demasiado

En Moodyo seguimos al pie de la letra el método “Lean Startup”. Curiosamente, lo hacemos sin saber que se llamaba así o que existía una guía para hacer las cosas de esta forma.

Por eso, hacemos una modificación, metemos analítica, trackeamos y tomamos decisiones en cuestión de pocos días. Y repetimos ese proceso con cada nueva opción, botón, diseño o estrategia. Así nació Twissues, que crece rápidamente y así nacerá pronto otra nueva startup orientada al mundo de la moda. Seguir leyendo «Cómo hacer el vídeo de presentación de tu startup sin gastar demasiado»

La importancia de la música que se escucha en una ‘startup’

Desde muy pequeño todas mis historias tienen como fondo alguna banda sonora. Mi madre tenía un maravilloso equipo de música fabricado, componente a componente, por mi padre a principios de los 80. En él escuchaba Supertramp, Roberta Flack, Carly Simon, Michael Jackson y un largo etcétera de intérpretes y grupos que me hicieron amar este arte.

Me despierto cada mañana con una canción en la mente, tarareando tonadas de diversa índole y, en los ratos “libres”, toco la batería (bien) o la guitarra eléctrica (mal). Según Enrique Dubois, “casi todos los emprendedores son corredores o músicos”. Estoy de acuerdo. La mayoría de los que conozco hacen una cosa o la otra (o las dos).

La música juega un papel fundamental en los estados de ánimo. Las tribus ya conocían los efectos que provoca en el subconsciente determinado ritmo de bongos. La música ayuda a inducir con mayor velocidad estados de euforia, tranquilidad o tristeza. Por ello no hay un buen director de cine que renuncie a una gran banda sonora. John Williams, Ennio Morricone o Michael Giacchino han conseguido grabar en nuestras mentes maravillosas composiciones vinculadas a escenas históricas.

Por eso mi subscripción a Spotify es uno de mis mayores activos dentro de la oficina. El “garaje” de 3dsignia, donde nacieron Moodyo y Twissues, no tiene muros separadores. Sesenta metros cuadrados diáfanos con el techo alto y grandes ventanas a pie de calle. Por ello, cuando alguien pone música, todos debemos escucharla. El turno de DJ se respeta. Aunque, entre nosotros, me encanta ser el pinchadiscos.

Durante 2012, mientras desarrollamos Moodyo hemos escuchado mucha música de David Bowie, REM, Serena Ryder, Counting Crows, Rufus Wainwright, Tears for fears, Kaiser Chiefs, Weezer… Tenéis la lista aquí por si os queréis suscribir MoodyoDev 2012 (Sí, también hay algo español…).

A veces mantengo divertidas discusiones con otros compañeros que simpatizan con Melendi y otros tipos de música más dada a cualquier cosa menos a la creación de algo interesante (perdón a Melendi, porque como persona me cae genial desde que veo La Voz…). No creo que sea posible desarrollar una idea de forma decente escuchando un estribillo que dice “Esa Juana sin arco, ese Bill sin Gates…”, por ejemplo. De la misma forma tampoco creo que vaya bien poner un disco entero de un artista o grupo potente como Metallica, por mucha calidad que tengan sus álbumes. En el lado contrario, Enya gusta muchísimo un rato. Cuando llevas una hora escuchándola puedes haber dado con la cabeza en el teclado o estar a demasiados kilómetros -intelectualmente hablando- de tu mesa de trabajo.

En mi caso particular me gustan las listas balanceadas. Se trata de poner música que vaya produciendo distintos efectos en las personas que te rodean y en ti mismo.

Algunas tardes empezamos con Space Oddity (David Bowie), que tiene un arranque muy pausado y unos arreglos, nunca mejor dicho, estratosféricos. Para despegarnos las pestañas algunas mañanas y darle fuerza a la sonrisa con la que uno debe llegar a trabajar, ponemos muchas veces Good Morning Sunshine (versión Serena Ryder), un soplo de aire musical, con una instrumentación de fondo que puede teletransportarte a la playa incluso.

Los anuncios son una enorme fuente de sonidos que te ayudarán a crear buen ambiente. Meravigliosa Creatura, utilizada hace algunos años en un spot de Fiat, e interpretada por Gianna Nannini tiene una melodía dulce y un tono de voz que ayuda a mantener la concentración al mismo tiempo que provoca esa chispa de emoción que contribuye a ser más creativo. 

A media tarde recurro en ocasiones a cantautores y grupos españoles como Ismael Serrano, Tontxu o Vetusta Morla. No aconsejo una dosis de más de una canción de cada uno de ellos. Son muy buenos, pero pueden llegar a resultar excesivamente repetitivos por el tono con el que cantan y componen. 

Piezas de Björk, Madness, Red Hot Chili Peppers, Crash Test Dummies, Supergrass o The Police son casi obligadas. Las más conocidas ayudan a subir y bajar el ritmo medio de la sesión que hayas creado.

Finalmente, hay que meter de vez en cuando un poco de caña con la música actual. Ne-Yo, Rihanna, David Guetta, Kesha o, incluso, PSY con su Gangnam Style pueden venir muy bien a un volumen adecuado para provocar en el grupo un pequeño “subidón”. Recuérdalo: la música puede ayudar a modificar positivamente el ambiente de tu oficina. No renuncies a una herramienta tan barata y efectiva.

Mi primera ronda de inversión

Mi guitarra eléctricaHe cerrado la primera ronda de financiación para Moodyo después de muchos meses trabajando con mi equipo (no conozco al tuyo, pero el mío es increíble…). Varios planes de negocios, hojas de Excel interminables y diversas reuniones para conseguir fondos con los que poder sustentar el crecimiento de uno de mis principales proyectos.

Buscar inversión suena bien pero es un camino complicado en el que no solo se busca dinero. Por hacer un símil fácil de entender, convencer a tu primer inversor puede equivaler a convencer a un banco para que te dé una hipoteca sin trabajo porque acabas de finalizar tu carrera con un buen expediente académico.

Me alegro mucho de haber tenido que buscar inversión pasados los 30 años. Las “tablas” que uno tiene a esta edad son bien distintas a las que tienes cuando eres un joven con mucho empuje, pero con dificultad para encajar un “NO” inesperado. Seguramente, dentro de unos años será todavía mejor.

Tengo mucha suerte porque con Moodyo solo hemos tocado a dos o tres fuentes de capital y, al final, todos han entrado o han querido entrar. Un orgullo para mí que algunos de los principales business angels e inversores españoles hayan confiado en nosotros.

Es un tópico, pero no por ello deja de ser menos cierto: los inversores pondrán su dinero en ti y en tu equipo, no en tu empresa; tu ilusión, tu capacidad para hacer equipo, para motivar, para compartir y crear conocimiento, para sonreír ante un “no”… Al fin y al cabo tu empresa no deja de ser una idea prometedora. Y las ideas no son nada sin personas que las impulsen en todo momento con mucha fuerza.

Cuando comencé con Moodyo disponía de algunos ahorros -el pretérito imperfecto de indicativo NO es gratuito…- que eran insuficientes a medio plazo. Pero nunca pensé en que me iba a quedar sin dinero. Lo busqué donde pude, incluso para poder contratar ingenieros freelance que me ayudaron en fases importantes de la construcción de la plataforma. 

Siempre tuve la sensación de poder seguir adelante, durmiendo menos, soportando épocas de estrés, ansiedad y falta de sueño muy complicadas y estudiando mucho todas las noches antes de dormir. Como dice mi padre, “la informática caduca todas las tardes”. Todo, siempre, con el apoyo incondicional de Amparo, que se ha embarcado también en esta aventura convencida de que todo llegará a buen puerto. Ella es mi “angel”, sin el “business” delante.

He cerrado mi primera ronda de inversión y sigo sin tener dinero para mí. Es algo que sigue sin importarme. Hay personas que no creen en el emprendimiento sin un fin claramente lucrativo; yo pienso firmemente que sí existe ese perfil y que es el necesario para tener una verdadera mentalidad de startup. Necesitas que crezcan tus proyectos, que se hagan rentables y que la gente trabaje con ilusión.

Como veis, no obvio la rentabilidad. Es absurdo emprender sin querer generar algo muy rentable. Pero ya habrá tiempo para asegurar la cuenta corriente. Desde que me compré mi batería y mi mesa de mezclas -y me regalaron mi guitarra eléctrica…- hay pocas cosas nuevas materiales que me llamen realmente la atención.

Para esas cosas que aún me atraen, siempre me quedará Moodyo, donde podré añadir nuevos deseos y compartirlos con los demás. Cuando esos deseos sean pensamientos que tuitear, estará Twissues en un futuro, paliando el Alzheimer digital al que nos condena la gran cantidad de información que producimos a diario. Y en medio, de alguna manera, leyéndome, utilizando alguno de mis servicios, criticándome, ignorándome, apoyándome o embarcado en algún proyecto mío, estarás tú. Gracias.

Quiero aprender a programar y/o diseñar. ¿Por dónde empiezo?

Con bastante frecuencia muchas personas me preguntan cuál es el mejor lenguaje para programar o, en otros casos, qué aplicaciones deben manejar para ser buenos diseñadores. En ambos casos mi respuesta es siempre la misma: “Para empezar, ninguno”.

Yo no soy ingeniero informático (soy licenciado en Periodismo). Así que os contaré el camino que yo he seguido y que, a buen seguro, es mejorable. Programo desde los 6 años y diseño desde los 14. Formación absolutamente autodidacta y por amor a la informática y el arte. Observación, ganas de aprender y muchas (¡¡¡muchas!!!) horas delante de un teclado.

El primer error antes de empezar a programar es elegir un lenguaje de antemano. Antes que nada hay que saber estructurar código de forma general. Es lo que se llama “pseudocódigo”. Más allá, es conveniente saber qué es una variable, por qué se almacena en memoria, qué es la memoria, etcétera.

Grosso modo, el pseudocódigo es un lenguaje a caballo entre lo humano y lo matemático donde se intenta resolver un problema.

Imaginemos que queremos imprimir en un dispositivo (el que sea), diez veces la frase “Quiero aprender a programar”. Al margen de las sintaxis específicas de cada lenguaje, se puede decir que queremos hacer algo así:

-Iniciar programa
-Iniciar variable “Frase”
-Meter en la variable “Frase” el contenido “Quiero aprender a programar”
-Crear un bucle que imprima 10 veces el contenido de la variable “Frase”
-Salir del programa

Si lo hiciéramos en PHP (un lenguaje asequible cuya sintaxis bebe, en cierto modo, del C), quedaría así:

<?php

$frase=”Quiero aprender a programar”;

for($i=0;$i<10;$i++) {
       echo $frase.”<br />”;

?>

Lo segundo, el bloque de código, es algo relativamente fácil de elaborar cuando se tiene claro lo primero. Hay que saber lo que es un bucle, un array, un condicional, etcétera. Con estos conceptos y un cerebro “programático” se construyen aplicaciones cada vez mayores.

¿Hay que saber matemáticas? Sí. Pero no a un nivel muy alto mientras no desees entrar en el mundo de los algoritmos más complejos o, por ejemplo, los lenguajes gráficos que utilizan álgebra de forma intensiva. 

Lo bueno de orientar tu cerebro hacia la programación es que las mentes programáticas tienen, de forma demostrada, mayor capacidad a la hora de descomponer problemas grandes en subproblemas de menor entidad. Eso les convierte en personas más resolutivas. ¡En eso se basa frecuentemente la programación! Ya sea mediante la filosofía “procedural” o utilizando la “orientación a objetos”, al final casi todo se reduce en modular los problemas para hacer pequeños bloques de código que cumplen funciones cuando reciben mensajes. 

De hecho, los buenos programadores (como es el caso de mi amigo y socio @xelagc) despedazan las grandes aplicaciones -como es el caso de Moodyo– en cientos de pequeños bloques que, de una forma que podríamos definir como “temática”, incluyen métodos para realizar acciones relacionadas. Esos pequeños bloques se suelen denominar “clases” (moldes que explican cómo son los objetos que nacen de ellas) y las acciones que se incluyen en ellos son “métodos”. Puede haber una clase orientada a realizar las operaciones de gestión de usuarios en una red social: alta de usuario, baja de usuario, modificación de usuario…

Por lo tanto, al igual que ocurre en otras disciplinas informáticas -o muy vinculadas a ella- como la animación 3D, es muy importante saber descomponer la realidad en figuras “primitivas”. Esas figuras son bloques de código. Y, a menudo, estos son reutilizables con ciertas modificaciones.

¿Un punto de inicio? Por ejemplo, éste http://www.freewebs.com/jojaqui/tads.pdf

Pero hay mil en Internet. Por suerte, hoy en día los recursos para programar son casi infinitos. No nos engañemos, hay que dedicar muchas horas, aprender la terminología, qué es una CPU, la RAM, los hilos de proceso…y, ¿por qué no? Estudiar un poco de historia que es bastante bonita.

Una vez que entendemos lo básico, debemos elegir un lenguaje con el que hacer prácticas olvidándonos de las interfaces gráficas. No queremos pintar nada bonito, solo comprobar que sabemos manejar variables y funciones con soltura. Mi elección personal es el lenguaje C porque considero que, una vez se entiende éste, es fácil portar los conocimientos a otros. 

Sin profundizar demasiado en él, aunque controlándolo lo suficiente, puede ser adecuado elegir un lenguaje como PHP, Java o Python. Huid de las batallas sobre cuál es mejor. Cada uno tiene sus virtudes, sus pros y sus contras. No hay un lenguaje perfecto. Todos son mejorables y para ello trabaja la comunidad que suele estar detrás de ellos.

Facebook está construido en PHP; eBay en Java y Google suele trabajar en Python. Las tres compañías son fuertes así que, con cabeza, con ellos se puede hacer de todo. 

Después tendréis que elegir un sistema de bases de datos (donde se guardan las “cosas” que genera vuestra aplicación y que tienen que ser recuperadas más adelante). Lo mejor es comenzar con MySQL. Y en el caso de los sistemas operativos, Ubuntu es un buen inicio para adentrarse en los sistemas Linux antes de saltar a otros más orientados a entornos de servidor como puede ser CentOS (la versión “gratis” de Red Hat).

Este procedimiento sirve para todo. Ocurre igual con el diseño gráfico. Nadie es diseñador por manejar Photoshop o Illustrator. Ese es un grandísimo error. Antes hay que estudiar proporciones, colores, historia, dibujar MUCHO a mano y observar las 24 horas.

Desde mi punto de vista, y por mi experiencia en el mundo de la empresa, existen programadores y diseñadores que no son ni ingenieros ni licenciados en Bellas Artes. De la misma forma que existen grandísimos periodistas que no se licenciaron en su momento. En Silicon Valley están comenzando a buscar a mentes brillantes. Cerebros con capacidad para ser formados y que ni han pasado ni, probablemente, pasarán por las aulas de Stanford o Harvard. 

Con una actitud de aprendizaje, superación y esfuerzo continuo construyeron sus empresas Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros tantos. Ninguno finalizó carrera alguna. ¡Y los dos primeros ni siquiera tenían Internet para aprender a cualquier hora de forma gratuita!

Finalmente, para los puristas: que nadie interprete que yo animo a nadie a dejar la universidad. Ser ingeniero es algo maravilloso y te da una capacidad increíble. Lo que yo quiero decir es que esa capacidad, sin “contenido” y actitud, no sirve de nada.

Lo que nunca sale en los planes de negocios

No me gustan los planes de negocio. Es mejor dejarlo claro al principio para que nadie se lleve a engaño, y así puedan dejar de leer aquellos que piensen que una empresa no puede salir adelante sin 60 folios llenos de argumentos e hipótesis económicas.

No me gustan los planes de negocio porque me gusta más ver a las personas que hay detrás de ellos. Valores como la ilusión, la implicación, el brillo de los ojos al hablar de tu idea, las horas que dedicas a hacer deporte o cómo influye en ti que las acciones de Facebook se desplomen, nunca aparecerán en este tipo de documentos.

Pero no nos engañemos. Son necesarios. Sobre todo al principio. Sirven para analizar el mercado e intentar trazar una ruta que debe parecerse al camino que piensas iniciar. 

El plan de negocio de El Desmarque (www.eldesmarque.es) se hizo en una servilleta y se selló con 49 euros (lo que costaba pagar el primer mes de servidor). Hasta que no llevábamos 3 años no hubo ningún tipo de documento que indicara hacia dónde iba la empresa. Hoy tiene 43 redactores y sedes en Sevilla, Bilbao, Málaga, Huelva y Cádiz y sigue en expansión. Nunca vi una tabla de Excel cuando solicité a su equipo entrar en el accionariado. Ni me interesaba. Ni la tenían. Ni hacía falta. Vi a un equipo ilusionado, con gente joven y que se divertía haciendo un trabajo que, a veces, puede ser muy ingrato.

Sin darnos cuenta estábamos llevando a cabo eso que se llama el “Producto Mínimo Viable”: 6 amigos periodistas, uno de ellos con conocimientos de Internet, que instalan un gestor de contenido de código abierto y se lanzan con una página muy sencilla que informa de Betis, Sevilla y Cajasol. Como “extra”, una sección para lectores. Coste total para iniciar el experimento: 49 euros. Agosto de 2006. Y funcionó. A la semana cambiamos de servidor. A las 3 semanas hubo que migrar a un servidor dedicado. Desde entonces, no ha parado de crecer. Hoy tiene más de 80.000 lectores diarios.

Ni una sola empresa habría dado un préstamo o una inversión para aquel proyecto que, desde el año 1, comenzó a arrojar cierta rentabilidad. Dinero que se reinvirtió, y así continuamos, en eso que los profesionales llamarían “expansión”, “I+D+i”…y otros palabros que se pueden englobar dentro de “Avanzar”.

No había plan de negocio, los integrantes -con la excepción de quien suscribe, y que aún tenía, y tiene, un mundo por aprender…- no conocían mucho el sector online y todo era una aventura por descubrir. Pero, ¿cuál era el punto fuerte? Las ganas. Un intangible que vale oro.

Muchos de los grandes negocios que conozco han nacido y crecido así: una idea, un buen equipo, ilusión y una inversión mínima. Al contrario no funciona. Si tienes dinero y tienes que ponerte a hacer un equipo y buscar algo que funcione no lo tendrás fácil. ¿Twitter? Sí, es la excepción que confirma la regla. Evan Williams, Jack Dorsey y compañía tenían 5 millones de dólares, no sabían qué hacer con ese dinero en Odeo y se les acababa el tiempo. Pero ya venían de vender una plataforma de blogs a Google así que no eran, precisamente, novatos.

Los planes de negocios en Internet tienen como principal hándicap el factor “tiempo”. No han terminado de redactarse cuando ya son obsoletos. Twitter tiene 400 millones de usuarios…no, 500…no, 600… Y Facebook tiene 900 millones…no, 1.000 y vale en bolsa menos de la mitad de lo que valía cuando comenzó su IPO. Las cifras sobre previsiones de eCommerce a nivel global varían cada año. España estaba muy atrás en comercio online en Europa y ahora es el tercer país, a pesar (o gracias a) la crisis. Google saca Google+ sin avisar y siempre estará ahí para intentar hacer lo que tú haces mejor que tú, más rápido y gratis. ¿Alguno os atrevéis a decir si Facebook seguirá siendo la red social líder dentro de 2 años? Imaginad hacer un plan de negocios a 5 años contemplando a la red social de Zuckerberg como competidor o partner. ¿Y si Amazon es, en 5 años, competencia directa de Mercadona? Probablemente sea así.

«Ok, pero ¿habrá algo a lo que agarrarse?», es una pregunta clásica entre analistas económicos cuando se enfrentan a un plan de negocios para un proyecto online. Sí, el equipo, sus ganas y su capacidad para girar el timón a tiempo si hace falta. Lo demás es pura ciencia-ficción.

Evidentemente, hay planes de negocios que llegan a ser consistentes a base de dar mucho la lata, recortar, ampliar y conseguir situar tus objetivos en un camino relativamente “estable”.

En nuestro caso, redactar el plan de negocio de Moodyo Enterprises nos llevó 12 meses. Se hicieron varios borradores, 3 versiones “definitivas” y una última, estable, que sigue vigente tras varios meses. Pero costó, ¿eh? Cuando dos analistas que llevan muuuuuchos años haciendo este tipo de documentos (con bastante éxito, por cierto) se pusieron a ver las magnitudes se quedaron un poco “a cuadros”. Todo en Internet es desproporcionado cuando funciona bien. Intenta explicar que pasas de, por ejemplo, 30.000 a 11.000.000 de usuarios en menos de 2 años y que tus beneficios pueden superar los 50 millones de euros sin que todo el mundo te mire y te diga: “Vale, y ahora dejémonos de bromas” (No son los números de Moodyo, tranquilos…).

Así que tu primera tarea, si quieres convencer aunque sea a tu economista, es cargarte de argumentos (la historia de Facebook, Foursquare, Twitter y, por supuesto, otros más pequeños pero igualmente válidos como Tuenti o BuyVIP son un buen punto de partida) para poder sustentar tus hipótesis de crecimiento.

Y, ¿qué es lo que nunca saldrá en un plan de negocio? Muchas cosas. Casi todas relacionadas precisamente con la “gasolina” que hace triunfar las ideas. Tu capacidad para hacer frente a un contratiempo importante, tu voluntad y capacidad para seguir adelante -o, llegado el caso, abandonar a tiempo-, lo bueno o malo que eres para dirigir a un equipo de personas y motivarlos, el nivel de curiosidad que te lleva a ir por delante de los demás conociendo a esa pequeña startup rusa a la que, llegado el caso, podéis utilizar como partner, los “ases” en la manga (fundamental) que iluminan la cara de tus compañeros cuando todo parece torcerse… Podría seguir, pero creo que todos nos hacemos una idea.

Por eso no me gustan los planes de negocio. Los creo necesarios y sirven para aprender terminología y pautas que habrás de utilizar posteriormente en muchas ocasiones. Hay que saber hacer un balance o, al menos, interpretarlo correctamente. Es necesario conocer los costes salariales completos, la media salarial para cada categoría profesional, etcétera. Elaborar el DAFO (probablemente lo más interesante y donde más tiempo debes gastar…) es algo que te bajará al suelo en muchos casos, pero si no lo haces bien y dedicándole las horas necesarias, te encontrarás con que había varias “debilidades” y “amenazas” que no contemplaste.

Si algunos tenéis dudas al respecto de alguna idea o, en general, sobre cualquier aspecto relacionado con vuestra startup, podéis contactar conmigo en jpadilla@moodyo.com o, en Twitter, @elpady.

Mis errores como emprendedor (I)

Cuando llevas unos años en Internet -en mi caso desde 1997- crees que controlas la web como nadie. Y ese es el primer paso para pegarte algunos porrazos de cierta envergadura. 

No os voy a aburrir con batallitas del abuelo sobre lo divertido que es emprender pegándose hostias con las paredes. Pero sí me gustaría compartir con vosotros algunos de los errores más gordos que he cometido. Si con eso os ayudo, seré bastante feliz 🙂

1) ¡A por todas!
Primer paso para darte el castañazo. La primera versión de Moodyo la diseñamos para que hiciera tantas cosas que no hacía bien casi ninguna.

Posible solución al error: Aplicad, siempre que sea posible, la teoría del Producto Mínimo Viable (algo pequeñito, funcional que cierra un círculo y permite hacer pruebas y sacar conclusiones). Eso os permitirá plegar velas y probar otro campo rápidamente sin arruinaros (demasiado).

2) ¡Emprender en Internet es barato!
He de reconocer que ésta no es mía. Programar una aplicación es barato siempre que lo hagas tú o compartas el hobby con un amigo. Pero si tienes la “mala suerte” de tener éxito y no habías previsto algo para monetizar, ¡POM! Porrazo. Tienes que empezar a enchufar servidores a razón de 50€/mes/unidad para abastecer la demanda que ha tenido tu aplicación que te deja la preciosa cantidad de 0 euros. A eso hay que sumarle el informático especialista en bases de datos que te dice que eso que habías hecho estaba bien “para andar por casa” pero que necesitas ya una BBDD NoSQL y modificar el código. Contratas a un par de ingenieros y…¡Eh! Que sigo sin monetizar. ¿Esto no era barato?

Posible solución al error: contacta con un business angel que vea tu idea, te ayude a pulirla, aprecie la “tracción” que has conseguido generar y ¡suerte!

3) ¡La idea está “casi” lista!
¡NOOOOOOO! Esto es crítico. Moodyo era una wishlist con funciones sociales donde podías hacer amigos…pero también añadir regalos no deseados y bueno… al mismo tiempo permite bla bla bla… ¡Siguiente porrazo! 

¿Eres capaz de definir tu proyecto con una frase corta? ¿No? No tienes nada serio.

Posible solución al error: Tu idea tiene que entrar en una frase corta. Ser fácil de explicar. De principio a fin. En Moodyo lo conseguimos pero costó varios meses, un plan de negocios -modificado 4 veces- y algunos consejos valiosos.

4) ¡Tengo el mejor equipo del mundo!
¿Seguro? Si sois dos programadores no sois el mejor equipo del mundo. Si sois dos diseñadores, tampoco. Si sois un diseñador y un programador vais mejor, pero es insuficiente. Si eres un especialista en marketing con un economista os falta la “pata” técnica. Y, no te engañes: serías el primero (o el segundo) que encuentra a la primera todos los miembros del equipo adecuado.

Lo normal es que te equivoques con algunas elecciones. El compromiso del equipo se comprueba cuando llegan las dificultades. Si ahí hay un enlace fuerte, tienes algo ganado. Si no, también: sabrás quién sobra en el barco.

Posible solución al error: Tienes que buscar tu particular “trío”. En mi caso personal funciona bien tener a un ingeniero dedicado al software, un buen diseñador gráfico con nociones de programación, usabilidad…y un buen comunicador que conozca “targets”, “nichos de mercado” y todas esas cosas. Son tres buenas patas para un banco.

5) ¡Pedazo de startup que me he montado para mis ratos libres!
Esto ya lo habrás oído así que seré corto: No.

Solución para el error: Salta si crees en la idea y eso hará que otros crean en ella.

6) ¡La gente es incapaz de ver el potencial de esto!
La gente entra masivamente en Facebook y, por mucho maltrato que reciban de Mark Zuckerberg y sus secuaces con los cambios, su audiencia sigue creciendo con interfaz simple, compleja, timeline… La gente ve algo útil y rápido y lo hace suyo si le gusta.

El ejemplo lo tenemos con Twissues: alcanzó en una semana el mismo número de usuarios que la beta de Moodyo en un año.

Posible solución al error: Prueba tu concepto con gente que esté fuera de tu ecosistema. Diles que sometan a fatiga tu idea, que le dediquen un rato y, si les gusta, que emitan un tuit positivo al respecto o, simplemente, mencionen que les ha resultado atractivo.

7) ¡Inversores aquí estoy con mi pedazo de producto (sin definir por completo…)!
En el caso de Moodyo esto da para reírse un rato. Nos plantamos en Oporto para el Tech Media Europe con 500 copias de un magnífico dossier que habíamos elaborado sobre la plataforma. Era un encuentro de inversores. Teníamos una mega-idea con un mega-diseño y con unas mega-ganas…¿Qué podía fallar?

Tras gastar 600 euros en impresiones a todo color, carpetitas y demás…hubo que rehacer todo el trabajo porque los inversores decían que la presentación no valía para nada.

Posible solución al error: Lo hicimos bien…¡Y ganamos el premio! Pero ahora tenemos una maravillosa colección de folios en “sucio” para recordarnos cada día que NUNCA, NUNCA, NUNCA se deben hacer copias impresas de un dossier que no es los suficientemente fuerte.

8) ¡Lo registro todo, todo y todo!
Salvo que te sobren euros por todas partes (si es el caso, llámame…), no hagas como yo. Registré unos 20 dominios de Moodyo, la marca española, la Comunitaria, la Internacional en Estados Unidos, China, Rusia… Todo por miedo a que me quitaran algo que nadie me quería quitar porque ¡No tenía nada!

No contento con ello, presenté un par de procesos para patentar. 

¿Resultado? Un puñado de miles de euros gastados antes de tiempo. Por suerte para mí el proyecto sigue adelante y pronto será lanzado de forma internacional pero, ¿y si hubiera tenido que abandonarlo? Habría perdido 5.000 euros.

Solución: Invierte paso a paso en el registro de marcas, patentes y demás. Lo principal es el dominio y tener tu empresa inscrita en LOPD y AGPD para ser legal. Y eso cuesta poco dinero. Una vez que veas que el proyecto echa a andar gasta el dinero necesario.

9) ¡Fírmame ese contrato de confidencialidad!
Esto no lo he hecho mal, pero conozco a muchos que sí. Tu idea no vale nada. Sí…cuesta mucho asimilarlo. Lo sé. Pero no vayas a contarle tu proyecto a alguien que te presta su tiempo -y con mucha suerte, su dinero- diciéndole 20 veces por email aquello de “Lo que te voy a contar es revolucionario, increíble y nos gustaría que nos remitierais un acuerdo de confidencialidad”. Una empresa como DaD (Incubadora de Rodolfo Carpintier) puede recibir al año 600 o 700 ideas geniales. Salen adelante 5 o 6. Igual ocurre en Mola y otras incubadoras. Tienen muy poco tiempo y muy buenas ideas delante. 

Posible solución al problema: No cuentes lo que realmente te puedan copiar si has hecho un VERDADERO sondeo (en inglés primero, por supuesto…) y has encontrado que tu idea realmente va a ser un filón. Estoy harto de escuchar “lo que yo he inventado, no lo ha hecho nadie hasta ahora”. Por desgracia, eso es muy raro. Y si no lo han inventado a lo mejor es porque no es útil para nadie. Haz un informe interesante para tu posible inversor y cuéntale lo necesario para que confíe en tu idea.

10) Creer que este post no va a tener una segunda parte
La tendrá.

Solución: Saber que la va a tener. Meditar mejor las decisiones para intentar que en lugar de 12 meses pasen 24 antes de la segunda entrega.

Muchas gracias por vuestro tiempo.

Think about the product and when you’re done…think about the product

Are you planning to launch an awesome new product? Congratulations! I’d just like to share with you some ideas:

1) Think about your product. Right? Sure? Ok…

2) Business Plan? No! Think about your product. I didn’t want to bother you in the first point but it was too soon to have your product ready for the market!

3) Investment? You haven’t learnt anything yet. Yeah… the product is still waiting. Is not complete. Think about it again and again…

4) “Ok. I’m done with this. My product is really ready for the market and it’s potentially amazing for customers out there”.

5) If the fourth point is complete, then you have to show the product to your peers. Friends, family… and enemies, of course! Try to surround yourself with smart and experienced people. When someone finds a weak point, you should take note. If that happens twice in the same point: you have to review your product.

6) Get the feedback and put it all together. Review every comment with your team. Take your time to discuss about the solutions and repeat point 5 until you feel you’re really done with the “testing” stage.

7) Keep working on the product, even when you’re sure you’ve reached the desired functionality, look&feel, usability… Everything can be improved. But if you’re REALLY sure that you have a potentially ground-breaking product, it’s time to begin with the famous “Business Plan”.

8) Yes. You need a business plan but don’t get yourself to a wrong place. In the past, business plans were like a flying path you wouldn’t leave if you didn’t want to fail (crash). In the real world, a business plan will help you to analyze the market, to have a better knowledge about competitors and you’ll have some spredsheets that will let you -and your team- know how much it would cost to try to make your dream come true… But It won’t be a document to predict the future 😉

9) Good product, good business plan… it seems everything’s ok to go to point 10.

10) Investors. In my opinion, you shouldn’t go looking for a huge amount of money. It’s better to look for an experienced business angel and/or an incubator and share a little part of your company (5-10{a31a598c08b97e04c471714f0e9a9135ffea9d13036728f66bee3f63eed82732}) with them and, after that, start the funding process with some advice from them. Investors and lawyers are used to a language that sometimes sounds weird and I’m pretty sure that you don’t want to end up like Eduardo Savarin in “The Social Network”.

If you’ve arrived to the tenth point, and you’re in the right time and in the right place -sometimes your ideas will come sooner or later than customer’s needs- you have a chance to success.